
¿Por qué la redención?
"Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría."
(La Biblia: Salmos capítulo 90, versículo 12)
Todos saben que la muerte les espera al final de su vida. Tarde o temprano este hecho afec-tará a todos en el mundo. Nadie está exento de esto.
Para la mayoría de las personas, la idea de la muerte está asociada con el miedo y, por lo general, también con la pena y el dolor. Para muchos, la pérdida de un ser querido les quita el valor para afrontar la vida.
Para algunos, el miedo a morir está rela-cionado con la suposición de que con la muerte ha terminado todo y una vida está irremediablemente perdida; para otros, está relacionado con la incertidumbre de lo que vendrá después.
Por esta razón, la gente trata de evitar este incómodo tema tanto como sea posible, pero tarde o temprano todos se enfrentarán a él. Algunas personas parecen haberse resig-nado a su desesperanzador destino, otros buscan formas y medios para mantenerse jóvenes, prolongar sus vidas o inmorta-lizarse de alguna manera. Pero no importa si es joven o viejo, pequeño o grande, rico o pobre, famoso o no, el hecho es que:
Todo el mundo tiene que morir alguna vez.
El sentido de nuestra vida
"Y crió Dios al hombre á su imagen,
á imagen de Dios lo crió; varón
y hembra los crió (...)"
(La biblia: Genesis capítulo 1, versículo 27)
Dios formó al hombre a su propia imagen. Esto significa que Dios creó al hombre como un ser de supremo valor, cuyas cualidades y carácter deberían reflejar la personalidad de su Creador, estas son, amor y justicia (ver: "¿Quién es Dios?").
Dios le dio al hombre entendimiento y colo-có en él varias facultades, entre ellas la capacidad de sentir alegría, gratitud y compasión, entre muchas otras, incluidas las habilidades creativas, que hacen que el ser humano sea único entre todas las cria-turas creadas por Dios. El hombre debería usar todas estas habilidades para la gloria de su Creador y para el beneficio de sus semejantes.
Además, Dios le dio al hombre una concien-cia para que pudiera tomar decisiones morales de acuerdo con la voluntad de su Creador. Además, Dios le dio a las personas el libre albedrío, lo que nos distingue de los robots sin voluntad y nos permite recono-cer el amor y al mismo tiempo amar a Dios y a otras personas por nuestra propia deci-sión. Dios quería que el hombre reconociera su amor por él, el cual el demuestra de muchas maneras, y reflejara el amor de Dios al confiar en Dios y al guardar sus man-damientos y ordenanzas, que Dios ha puesto para la prosperidad del hombre y para que pueda vivir en paz en la tierra.
Esta relación entre el hombre y su Creador, basada en el amor y la confianza, constituye la base y el sentido de nuestra vida (ver: "10 signos del amor de Dios").
"Y los bendijo con estas palabras:
Sean fructíferos y multiplíquense; llenen
la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo."
(La biblia: Genesis capítulo 1, versículo 28)
Nuestra vida y esta tierra en su indes-criptible belleza son un regalo de Dios para nosotros los humanos y un signo de su gran bondad y poder creador. Nuestra naturaleza única, que lleva la firma de Dios, junto con su variedad de animales y plantas, debería servir para la felicidad de las personas. Todo lo que Dios creó en la tierra lo puso bajo la pro-tección del hombre para que el cuidara y preservara responsablemente las obras de Dios.
Dios creó al hombre para vivir en eterna comunión con su Creador y para disfrutar de su existencia en la tierra sin miedo, sin problemas ni preocupaciones. Este es nuestro verdadero propósito. El requisito previo para esto fue que el hombre reconociera a Dios como su Creador y viviera de acuerdo con Su voluntad. La obediencia del hombre a Dios era el signo de su fidelidad a su Creador, que le dio la vida.
Según el relato bíblica, las primeras personas se llamaron Adán (en Español: "hombre") y Eva (en Español: "madre de los vivos"). De ellos surgió toda la raza humana que aún hoy puebla la tierra.
Adán y Eva vivieron en profunda comunión con Dios en medio de un mundo paradisíaco lleno de armonía y abundancia. Y Dios quería que esto quedara así para siempre. Su cone-xión con Dios le dio al hombre una identidad y a su vida una perspectiva. En ningún momen-to tuvo el hombre la menor razón para dudar del amor y cuidado de Dios. Porque a través de la conexión con Dios, el hombre tenía todo lo que necesitaba para una vida completamente plena.
Pero el día que el hombre dio la espalda
a su Creador, todo cambió...
EL ORIGEN DE LA MUERTE
"Porque la paga del pecado
es muerte (...)"
(La biblia: Romanos capítulo 6, versículo 23)
Mucha gente cree que desde el principio la muerte era una parte natural de la vida. La Palabra de Dios, la Biblia, por el contrario, nos enseña que la muerte tiene su origen en la caída del hombre.
El primer mandamiento que Dios le dio al hombre en el principio, fue la prueba de la plena confianza del hombre en Dios. Pero a pesar de todo lo que Dios le había dado, el hombre actuó infielmente hacia su Creador, violando los mandamientos de Dios y despre-ciando así a Dios y su amor. Esto es lo que Dios llama "pecado".
La infidelidad del hombre le costó la paz celestial, que se le permitió disfrutar al comienzo de su existencia en comunión tran-quila con su Creador. Al transgredir el mandamiento de Dios, el hombre perdió su inocencia ante Dios y con ella la vida eterna que tenía en el principio. Así, por el pecado de los primeros hombres entró en el mundo la muerte, que reina sobre la creación de Dios en la tierra hasta el día de hoy. Además, el hombre tuvo que abandonar el paraíso, el lugar de la felicidad completa. Y así el hombre, que fue una vez creado por Dios para la eternidad, se hizo mortal y su vida llegó a ser transitoria....
La Caída provocó una división entre el hombre y su Creador y también dejó una tendencia al pecado en el corazón del hombre. Como resultado, todo ser humano se convirtió en pecador. Esto confirma el hecho de que todo ser humano ha pecado en su vida; ya sea de hecho o de palabra.
uanto más se alejó el hombre de Dios, más arrogante y obstinado se volvió, hasta que finalmente perdió casi toda conexión con su creador y origen. El sufrimiento y la injus-ticia en la tierra eventualmente aumentaron en la misma medida (ver: "Dios y el sufrimiento").
LA ESCALA DIVINA
"El que comete pecado, también
comete injusticia, y el pecado
es injusticia."
(La Biblia: 1 Juan capítulo 3, versículo 4)
La mentira (también llamadas “mentiras pia-dosas”), el robo (también descargas ilegales), la glotonería y la bebida, el adulterio y la pornografía, la inmoralidad sexual y la pro-stitución hasta el asesinato (que también incluye el aborto), el egoísmo y la malicia de todo tipo son algunos de los terribles efec-tos de la apostasía del hombre contra Dios, su Creador. Incluso si algo de esto es tolerado o alentado por el público, es y seguirá siendo, según el estándar eterno de Dios, pecado y su consecuencia, la muerte.
A diferencia de la sociedad actual, para Dios no cuentan las propias opiniones o valores personales y conceptos morales, por los cua-les vive la mayoría de la gente. Los únicos factores decisivos son los mandamientos y ordenanzas de Dios, que Dios, como creador y dador de vida, ha ordenado para todas las personas y que sirven a cada uno de nosotros para el bien. Sólo sobre esta base se juzgan las acciones de todo ser humano. Se trata de algo más que hechos visibles....
Jesucristo dice:
"Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón."
(La biblia: Mateo capítulo 5, versículo 28)
Jesús deja en claro que todo el mal que hace una persona proviene de su corazón y comienza en su mente. Así, Jesús equipara a cualquiera que odia u ofende a su prójimo con un homicida. Y cuando alguien mira a la
esposa de otra persona con lujuria, está ante los ojos de Dios como si realmente hubiera cometido adulterio con ella.
Esto muestra que estamos lidiando con un criterio completamente diferente al que estamos acostumbrados a juzgar nuestras vidas y acciones. También muestra que la hu-manidad caída de hoy está lejos de estar a la altura de la sagrada norma de Dios...
Dado que los humanos a menudo nos compa-ramos con los demás, trivializamos nuestras propias acciones o queremos vernos mejor que los hechos, a menudo no reconocemos el alcance de nuestra culpa. La mayoría de la gente busca razones y excusas para justificar o excusar su comportamiento. Pero el criterio de Dios es inequívocamente claro:
Todo el mundo es culpable ante Dios.
EL JUICIO MUNDIAL DE DIOS
Jesucristo dice:
"Porque nada hay oculto, que no haya
de ser manifestado; ni escondido,
que no haya de ser conocido,
y de salir a luz."
(La Biblia: Lucas capítulo 8, versículo 17)
Muchas personas están convencidas de que sus malas acciones en la vida quedan sin consecuencias. Pero esto es un error fatal. Porque Dios ha señalado un día en que juz-gará con justicia a todos los habitantes de la tierra, a los vivos y a los muertos, por sus pecados.
Nada está oculto a Dios, que escudriña los corazones y las mentes de todas las personas. No hay nada que los seres humanos piensen o hagan que Dios no sepa. Nuestra vida se reve-la plenamente ante Dios. Asimismo, la Palabra de Dios revela los misterios más profundos del corazón humano. La mayoría de las per-sonas evitan confrontarse con la verdad sobre sus vidas, así que tratan de evitarla. Pero al negar u ocultar la verdad sobre sí mismos, se mienten. Finalmente, en el Día del Juicio, todas las obras humanas saldrán a la luz; incluso aquellas que todavía están ocultas.
„Porque con Dios no hay favoritismos.“
(La Biblia: Romanos capitulo 2, versículo 11)
A diferencia del mundo, ni la fuerza, ni la belleza, ni la inteligencia, ni la riqueza, ni las habilidades especiales cuentan ante Dios. Porque todas estas cosas son dones de Dios que no hacen a nadie mejor ni más respetado delante de él. Nuestra forma de vida en esta tierra es decisiva. Una persona tampoco puede librarse de su culpa por su conocimiento, por su poder o por su dinero y así preservar su vida. Incluso la mayor riqueza de un hombre no puede protegerlo de la muerte o del juicio de Dios.
Sin duda, hay muchas personas que hacen el bien, trabajan por causas honorables o protegen el medio ambiente. Muy pocos de nosotros hemos matado a alguien o robado un banco. Muchas personas, por lo tanto, piensan que son “buenas”. Pero ¿“bueno” sig-nifica suficientemente bueno? ¿Alguien que salta un acantilado y no llega al otro lado por centímetros está mejor que alguien que no llega ni a la mitad?
Ni una persona puede salvarse a sí misma, ya que todos estamos destituidos de la meta y la justicia de Dios debido a nuestra manera im-perfecta de vivir. Esto significa que ninguno de nosotros puede ser justo ante Dios sobre la base de sus propios logros. La consecuencia es:
El hombre necesita redención.
"Luego vi un gran trono blanco y a alguien que
estaba sentado en él. De su presencia huyeron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno. Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros, y luego otro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros (...) Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego."
(La Biblia: Apocalipsis capítulo 20, versículos 11-15)
En relación con el juicio final de Dios, la Biblia menciona una resurrección de los injustos, es decir, de aquellas personas que han rechazado a Dios y desobedecido su voluntad hasta el final. El libro de Apo-calipsis también habla de libros en los que se registran las acciones de cada individuo, así como sus motivos e intenciones. En ese día cada ser humano será confrontado con sus pecados y condenado por ellos, para que nadie pueda negar su culpa ante Dios. Sólo el estándar de Dios será decisivo. Ya no con-tarán las disculpas ni las excusas, sino que cada uno recibirá el juicio que corresponda a sus hechos. Entonces el hombre no tendrá más remedio que doblar sus rodillas ante Dios, caer sobre su rostro y confesar que el es culpable y Dios es justo.
Mientras que todo ser humano tiene que sufrir la primera muerte, es decir, la natural, a causa del pecado, de la cual hay una resurrección, la Biblia también habla de una segunda muerte. En contraste con la primera muerte, esta muerte significa separación eterna de Dios y por lo tanto de la vida; sin posibilidad de volver a la vida. Para ello, la Biblia utiliza la imagen de un lago de fuego, que es el símbolo de la condenación eterna, para dejar claro que la segunda muerte es definitiva e irreversible para todos los tiempos. Este es el juicio que le espera a todo hombre que haya pecado contra Dios. Eso a su vez significa:
Sin redención el hombre está
perdido...