
Las buenas nuevas de Dios para la humanidad
Dios, el Creador de todas las cosas, promete paz y salvación a todas
las personas en el mundo.
Después de que el hombre se alejó de Dios
y siguió su propio camino, trajo sufrimiento y muerte sobre sí mismo y sobre la tierra, bajo los cuales todo el mundo sufre hasta el día de hoy. Pero Dios ofrece a la humanidad la perspectiva de
un fin de toda la miseria.
Dios trajo a un hombre cuya venida había profetizado hace mucho tiempo y a quien reveló a la humanidad hace unos 2000 años.
Dios lo confirmó como Salvador a través de toda clase de señales y prodigios sobrenaturales y resucitándolo
de entre los muertos.
Este Salvador prometido por Dios y la esperanza de todos los pueblos es:
JESUCRISTO
»Porque tanto amó Dios al mundo que
dio a su Hijo unigénito, para que
todo el que cree en él no se pierda,
sino que tenga vida eterna».
(La Biblia: Juan capítulo 3, versículo 16)
El regalo de Dios para el hombre es
la vida eterna
una vida inmortal en un mundo futuro donde no habrá más sufrimiento ni enfermedad, donde todas las personas vivirán en paz para siempre y donde nadie deberá morir nunca más.
Dios promete esta vida a todas
las personas que creen en el
nombre de su hijo Jesús.
Dios lo resucitó de entre los
muertos y lo llevó al cielo.
Dios ha señalado un día en el cual juzgará a todas las personas, a los vivos ya los muertos, por medio
de Jesucristo.
Jesús vendrá de nuevo para establecer el reino eterno de paz de Dios en la tierra y para redimir para siempre del sufrimiento y
la muerte, a todos los que
aceptan la salvación de Dios.
Este es el evangelio
Las buenas nuevas de Dios
para toda la humanidad
La promesa de Dios de la vida eterna
es para todos en la tierra. Al mismo tiempo, esta única esperanza nos confronta con la decisión más importante de nuestra vida.
Esto es lo que pedimos aquí y hoy
en nombre de Cristo:
¡Arrepentíos y Reconcíliate con Dios!
»Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de
darles un futuro y una esperanza».
(La Biblia: Jeremías 29, versículo 11)